SUEÑO

El niño soñaba con comerse un huevo de avestruz en tortilla. Tranquilo estaba sabiendo que nunca su sueño realidad se haría, pero un día, conoció a una pequeña avestruz, en edad de poner. Fue entonces cuando comenzó a pensar que su sueño podría algún día hacerse realidad.

Todos los días daba a la pequeña avestruz un poquito del mejor trigo, mientras pensaba que en unos días pondría un huevo. Paso la vida así, un día tras otro, escuchando a los Beatles y fumando cigarrillos de tabaco rubio. Todos los días esperaba paciente, pero nunca el avestruz ponia el huevo que el niño tanto ansiaba. Tras varios años, el niño se hizo mayor, y toda su vida había pasado ya por sus ojos. Y el avestruz seguía sin poner. Perdiendo ya su paciencia, el ya abuelo decidió asesinar al avestruz con objeto de comerse su carne. Si esta mierda de animal que llevo toda la vida cuidando no me da un puto huevo, por lo menos me la comeré -dijo-. Cogió el cuchillo y silenciosamente se acercó al animal. Con la mano temblorosa, se acercó e hincó el cuchillo y cortó de un tajo el cuello del ave. Acto seguido el animal feneció.

Una vez pasado el mal trago, el ya abuelo procedió a desplumar al colosal indivíduo, contento y sabiendo que se iba a hartar a comer carne durante todo lo que quedaba de año. Iba quitándole las plumas, sin cuidado, ansioso por ver la gran masa de carne ya lista para trocearla y cocinarla. una vez que había terminado, cortó al avestruz en pequeños trozos. Estaba pensando ya cómo la iba a cocinar, en cómo iba a proceder cuando ya estuviese lista. Fue entonces cuando llegó el momento de abrirla en canal y extraer sus vísceras. Cogió el machete y dió un certero corte en el vientre del ave. Fue entonces cuando se dió cuenta de que la impaciencia le había impedido realizar su sueño.