Cacahuetes de plástico adornan mi vida llena de sombras y luces esparcidas por el infierno que ahora llaman psicopatía. Delgado y demacrado voy rodando por la cuesta abajo que es mi vida. Conectando los cables de la locura llego al estado de inconsciencia no transitoria en el que sumido me encuentro. Es duro como una roca contra la que chocas una y otra vez sin poder hacer nada para evitarlo. La palmera de los dulces dátiles muy lejos queda de la duna en la que estoy enterrado hasta el cuello. Ahora es cuando estoy tocando fondo. A ver cuando salgo a la supeficie y consigo respirar. Todavía no estoy morado.
18 mayo 2006
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